martes, 13 de diciembre de 2016

UNA HISTORIA MUY SENTIMENTAL: EL MUERTO SIGO SIENDO YO.

Uno, que es un sentimental empedernido, se recrea en las  vidas que ha tenido, que son muchas. 

Le doy muchas  vueltas a los amores que ,la verdad, o fueron, o no, o parecieron algo , o me   los  inventé . ¡Qué  más da!:  a  uno  le  gustarían que vuelvan a suceder otra vez para regresar al lugar de los primeros deslumbramientos.

Esas  vidas  fueron entregas de vocaciones inventadas  en el magín  , las mías, que  no son nada fáciles de explicar.

Tengo una  fascinación, de bien pequeño,  por esas mujeres heridas que no saben qué hacer con su propio corazón. Muchas de mis  ensoñaciones de adolescencia tenían  como protagonistas a chicas muy guapas, muy tímidas, muy inseguras, que uno salvaba de morir atropelladas  por un autobús, o arroyadas  por un tren , o salvadas gracias a una transfusión de sangre a última hora ...casualmente debida  a mi donación  generosa . Siempre era yo el que moría por salvar a la  chica  de nis sueños.

Mi imaginación sentimental  está poblada  de  mujeres de una belleza triste   que son redimidas, sin saberlo ellas, por un panoli como yo.  No sé cuant@s entenderán esta entrada.

Y la belleza casi siempre era  afligida y blue . Todos mis guiones eran   muy tristes.   Y así,ellas  iban tan felices y tan contentas  por la calle, rodeadas de admiradores, mientras un pobre pringado la admiraba en secreto. Yo.

Yo era un fracasado, desvalido, sin mérito. Más o menos  como esos seres heridos de los cuentos que cuanto más terribles son las pruebas que tienen que afrontar se vuelven más adorables y resplandecientes. Pero sigues  siendo un pringado.

Todas  mis  películas terminaban igual. Moría por ella sin que se percatase de mi  generosa  entrega. 

Después crecí y  los sueños más o menos  se  cumplieron. Podía llamarse Matilde, María José, Carlota, Carmen, Manuela, o Ana...al final el muerto era yo.




1 comentario:

  1. Si fuese psicólogo o psicoanalista te diría que esta historia me la han contado cien veces (como pensar que somos adoptados y otras cosas). Somos muy poco originales, muy parecidos unos a otros.
    En el Colegio Mayor en Pamplona se hacía una prueba de sinceridad. La preguntas eran: 1. ¿te tiras un pedo en la cama y te cubres con la sábana para olerlo y saborearlo?; 2. ¿te hueles el sobaco durante el día para comprobar que no ye haya abandonado el desodorante; 3. de esta no me acuerdo.

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