miércoles, 26 de octubre de 2016

PEQUEÑAS HISTORIAS DEL RAVAL (FOTICOS)

Fui a arreglar el teléfono al Raval.

Toda la calle sant  Ramón está  pinteada de tiendas de pakistaníes dedicadas a la venta y arreglo de móviles. El Raval está tomada por los pakistaníes. Es un reducto
musulmán , como  un tashbi de peluquerías, talleres, carnicerías , restaurantes. Está colonizado.

Chispeaba la lluvia al despertar el barrio. La calle es estrecha , húmeda , con un reflejo  gris empedrado , pegajoso. La luminosidad  contrastaba  a los ojos  con el  primer sol de la  mañana. Deslumbraba. Huele a monotonía , a costumbre acortezada, a vida lenta, a personas nefelibatas, que son aquellas   soñadoras que no acaban de despertar. 

Te  cruzas con un  hormiguero de gente de cientos de razas, procedencias, creencias , como una corriente humana donde  te sientes anónimo, lejano, indiferente. Como en el mar de los Sargazos, el oleaje de la vida, el viento de cada biografía , desplazan a  centenares de kilómetros trozos de vida  que vienen de muy lejos a naufragar a esta costa.

Esperando que abran la tienda , se llama Barça, una prostituta pasa cerca, me guiña un ojo.

Hace unos años esta misma  situación  me hubiese desplazado también a  compartir ese trozo de carne a la deriva. Hoy siento una compasión muy grande por ella. Y por mi.

- El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Yo hoy no podría.

Me dicen que hay que esperar una hora para arreglar el móvil.

Pregunto en una peluquería el precio por un corte de pelo. Cinco euros.

La barbería es lugar de tertulia y encuentro. Mi presencia  destaca. Hablan su idioma, y parece que estoy en Cachemira. Esta gente está a miles de kilómetros de su casa y en estos  lugares vibran cuerdas sentimentales que a mi se me escapan. La televisión retransmite un partido de Cricket. 

Me dice un amigo: "por nada del mundo  me cortaría el pelo en una peluquería del Barrio Chino".

Me cuenta una inquietante  historia de  hojas de afeitar que no recambian al cortar barbas y pelo.

En Tamahú  me  sucedió una de esas a cuenta de otro corte de pelo. El peluquero era un crío, un principiante en pruebas. Me dio un tajo en la cara, no la humedeció antes de pasar la hoja, y comencé a sangrar de un modo  porcino. Mi inquietud fue al ver la hoja...tenía mugre de mucho indígena.

Estuve varios días  con una hipocondría  muy  principal. Si me dolía al tragar pensaba que era gonorrea, o SIDA...pero, bueno, aquí estoy.

Desayuno en una especie de  cuchitril. Me atiende una cubana que dice llamarse Anay. Tiene un entreverado de colores maravillosos en su piel, y los ojos de un color que veo cereza. Pero puede ser mi hipercromatismo.La hipercromatía te hace ver colores que no existen.

Sabe  inglés, italiano, portugués. Una de esas injusticias que tiene la vida. Está mujer le da mil vueltas a Suso y, aquí está. Pienso en los millones y millones de personas que han venido hasta aquí desde  todos los rincones del mundo , con su particular sueño, con esos cruces de  sangre que produce el deseo, o el amor. 

Siento vergüenza de mi.

Recojo el teléfono y hago fotos del día.

La primera fue un disparo al aire...cosa rara.






































1 comentario:

  1. Sueños que te llevan a km de distancia..... unos salen bien ...... otros te hacen ver que inocencia te llevo a trasladarte tan lejos....
    Gracias!

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