jueves, 20 de octubre de 2016

LA BELLEZA DEL MUNDO

Tres niños pelirrojos  en el tren . Un brochazo de  luz maravillosa en esos ojos . La mayor  habla sin parar. Los pequeños, son gemelos, la miran arrobados.  

Los niños nos hacen mejores. No  soporto      esas personas que no  toleran la algarabía de los críos. El bien llega en los escasos momentos en los que, absteniéndome de hacer cualquier cosa, le abro un espacio. El bien es lo que yo dejo que llegue.Por esa razón estos críos sentados delante de mi en el tren me hacen querer ser mejor  persona.

Una instantánea  de  una berenjena. Parece  encerada , y de una luminosidad de amanecida. Hago una fotografía a un semáforo en verde que parece dar paso a una nube  preñada de grises acerados. A continuación, veo unas hojas verdes nacidas de una corteza en un árbol urbano. Me conmueve. Recuerdo a Manuela, y no sé por qué esa asociación. Quizás  me brotó su amor cuando estaba más despeluchado en la vida...¡yo qué sé!

Como con un buen amigo , lector del Barullo. Reímos de buena gana.  A la salida  el otoño  baja de los árboles y se desliza sobre los hombros. 

Ya sé qué es lo que tanto me atrajo de esas hojas que florecían en aquel árbol: lo que la lluvia, el otoño  y el sol hacen a esta  vieja corteza , agrietándola y dejando pasar una hierbecilla, a través de las grietas, es lo que Dios hace conmigo.

Hoy la belleza del mundo me ha mirado fijamente a los ojos.









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